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miércoles, 19 de diciembre de 2012

ESTE JUEVES, EL TÍTULO DE MI BLOG

CARTAS QUE NUNCA FUERON ENVIADAS



Hay muchas, tal vez, que fueron escritas en su momento, como consecuencia de algo repentino que sucedió en mi vida, pero distintos motivos frenaron su envío y esas cartas quedaron solas y abandonadas en un rincón.
Otras veces, con todo mi entusiasmo, fueron escritas y a último momento me pareció que algo faltaba y busqué las palabras, esas que sentía ausentes, que no querían aparecer, y todo quedaba abandonado.
Ese empuje inicial ya no estaba y todo el valor que podía haber en mis escritos, desaparecían, nacieron las dudas y las cartas aquellas quedaron sin vida.
Hubo otros momentos en que creí haber encontrado las palabras justas y necesarias para hacerme entender y la timidez que en ese momento apareció, frenó aquellas ganas y lo que creí que era una verdad sincera y pura, ya no tuvo consistencia. Hubo algo, como un miedo, que la contuvo y aquel papel que había empezado a usar, quedó en blanco y todo se borró.
Querer decir y no saber cómo escribirlo y empezar una y otra vez, y las palabras me parecían torpes. Temas que buscaban, no aparecían y otra vez el papel seguía en blanco.
Si buscara debajo de mi piel todo aquello que quise escribir en una carta y no pude, me preguntaría qué era lo difícil, el sentir algo y escribirlo, o el no saberlo escribir.
Y otra vez, debajo de esa piel, había un sin fin de cartas escritas, sólo faltaba ponerlas en un papel, y no supe, y nuevamente ese papel en blanco siguió vacío y ni hay una letra que pudiera leerse, habiendo tantas por poner.
Me pregunto ¿sirve de algo sentir lo que se siente?
Me pregunto ¿todo toma valor cuando escribimos?
Me pregunto ¿no basta tener la satisfacción de saber valorar lo que pensamos?
Me pregunto ¿si no supiera escribir, no tendría sentimientos?
Y llegué a una conclusión: el mérito no está en enviar una carta, lo que importa es la carta sentida por uno, aunque no llegue. Y lo más importante está en saber que hay temas de sobra para escribir.
Finalmente pienso en qué sería nuestra vida, sino tuviéramos tema sentido para escribir.

Más relatos jueveros en lo de Gustavo

martes, 18 de diciembre de 2012

Deseo navideño


El almanaque nos anuncia que faltan pocos días para celebrar - como siempre lo hemos hecho - los tradicionales festejos de Noche Buena y Navidad.
En ese poco tiempo que queda por llegar trataremos nuevamente de hacer un simple y rápido resumen de todo lo vivido - malo o bueno - que sucedió en el transcurso de ese año que se va yendo, de a poco, pero que se va. Y notamos que no podemos mejorarlo sabiendo, desde ya, que casi nada resta.
Nuestra memoria no da para tanto y puede haber muchas omisiones u olvidos.
Ya es tarde, muy tarde, simplemente lo pasado, ya fue. Quedó todo en el ayer y ese ayer, no se repite. Sencillamente se fue.
Nos queda muy poco tiempo para planificar ese mañana - que Dios mediante - esperamos que llegue, pero es tanto el bien que tendríamos por hacer que aunque nos sobrara voluntad, siempre nos faltaría tiempo. Y nos damos cuenta de golpe, que acuden a nuestra mente, todas aquellas cosas que debimos hacer y no las hicimos. Todas esas palabras afectuosas de amistad que debimos decir, y que todavía siguen encerradas en nuestro silencio sin haber sido dichas.
De ese sencillo apretón de manos que no dimos, de ese abrazo que quedó trunco y que no terminó de nacer. de esa ofensa - involuntaria o no - que dijimos y quedó en el aire y que todavía vive, esperando ese perdón pendiente que no pedimos, para borrar ese mal recuerdo que aún nos separa.
Por eso, por esa magia que deberían tener todas las Nochebuenas y Navidades, pedimos que siga vivo ese deseo que brota de nuestro corazón y que todavía está vigente y nos acompaña siempre.
Alcemos entonces nuestras copas y dejemos que unas pocas palabras puedan transmitir nuestros mejores sentimientos.
Una frase corta que resume mucho:
¡Muchas felicidades y un abrazo grande!
Eduardo.