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viernes, 27 de diciembre de 2013

AUNQUE ES VIERNES, ESTE JUEVES UN RELATO: UN CUENTO DE NAVIDAD




Había una vez…
Así comienzan todos los cuentos, cualquiera sea la trama a desarrollar. Muchas veces, su comienzo es incierto, las palabras justas y necesarias no aparecen. Son momentos llenos de silencio y misterio, nada sirve, no aparecen las ideas, y creemos que el destino del papel que vamos a usar, ha de seguir en blanco.
Son esos instantes indefinidos que aparecen de golpe y se quedan junto a nosotros como queriendo acompañarnos.
Estamos solos. Nos sentimos solos, tenemos frente a nosotros, como toda compañía, un simple arbolito de navidad, que fuimos armando de a poco como lo hicimos tantas veces y que, ahora, ya terminado, nos parece preguntar ¿y ahora qué?
Y sentimos que sin saber cómo ni por qué, van apareciendo recuerdos de otras navidades que el tiempo se llevó y ahora están otra vez con nosotros.
Es un desfile interminable de cosas que resurgen y traen consigo infinidad de momentos pasados que creíamos olvidados.
Cada adorno que vemos en ese simple arbolito, toma vida otra vez y vemos en ellos, ráfagas de nuestra infancia, rodeada de los mayores que ya no están, pero que siguen estando…y así cada año que va pasando volvemos a echar mano a ese mágico arbolito…y mientras lo volvemos a decorar otra vez, seguimos recordando ese ayer que se fue alejando, pero que nunca muere.
Llegará quizás, alguna vez, que entre tantos adornos luces y colores, estemos nosotros, ahí, cuando alguien nos recuerde como lo hicimos nosotros en su momento con los demás, y se sucedan nuevamente, en una fila interminable, todos los que ya no están junto a los nuevos que habrán de llegar.

Porque la vida sigue y no faltarán arbolitos con recuerdos que llenen sus ramas sin marchitarse.


Más cuentos de Navidad en lo de Matices

jueves, 19 de diciembre de 2013

ESTE JUEVES, UN RELATO: El regalo

(Texto escrito hace tiempo y adaptado para esta convocatoria bloguera)






Me habían prometido un obsequio y  me dieron, anticipadamente, muchos detalles del mismo. Sabía antes de recibirlo que se trataba de una jaula finamente trabajada, toda una verdadera obra de arte. Efectivamente, días después llegó el regalo esperado. Podía verse que quien la había fabricado no escatimó ni tiempo ni esfuerzo para hacerla. Era todo un lujo…lo que se dice una verdadera obra de arte.

Era amplia, con bebederos artísticamente trabajados, para colocar los alimentos se había hecho un estudio previo, aunque simple, para que en cada rincón no faltara comida. Todo estaba calculado, cosa por cosa, aquí para el agua, del otro lado y a distinta altura, travesaños como para que la vista desde adentro tuviera distintos ángulos de enfoque hacia afuera. Hasta el piso lucía…todo brillaba…marco perfecto para acompañar la otra maravilla: se trataba de un pájaro cantor que, según me dijeron era algo fuera de serie…y realmente lo era…pues yo había podido sentir un verdadero goce al escuchar los mágicos trinos que a cada momento emitía.

Se me había dicho que colocara la jaula en el lugar más agradable, donde no faltaran los rayos de sol.

Elegí el mejor sitio, el mejor de todos para lucir la jaula y a la vez, el mejor para que el ruiseñor disfrutara del lugar y así cantara más dulcemente.

No pasó mucho tiempo para comprobar efectivamente  lo maravilloso del regalo recibido. Sin duda había encontrado el lugar perfecto para que aquella ave regalara sus trinos con generosidad y belleza. Era música pura…por momentos cambiaban sus tonos, algunas veces seguidos, otras, espaciados, pero la melodía era siempre hermosa…con escalas ascendentes y descendentes…un verdadero deleite.

El pájaro cantor era parte de aquella jaula hermosa y a la vez, la jaula tan bellamente trabajada correspondía ampliamente a los méritos de su ocupante.

Me sentí obligado a agradecer ese obsequio de inmediato, tratando de encontrar las palabras correctas para expresar tanto mi agradecimiento como mi deleite. No quería que pasara desapercibido ningún detalle.

De pronto, y no sé cómo, tuve un pensamiento absurdo, hasta ridículo…algo que no podía explicar…creí percibir que el aire que había dentro de la jaula no era igual que el de afuera, algo lo hacía diferente…

Por dentro, el aire de la jaula era encierro, por fuera, el aire resultaba ser libertad. Un pensamiento si se quiere subjetivo, pero lo sentí muy real.

Luego, no sé cómo, me olvidé del agradecimiento, de la obra de arte de la jaula, del goce que sentía cuando escuchaba los mágicos trinos, de la emoción que me provocaban…

….

Ha pasado un largo tiempo…hoy en casa, en el lugar elegido donde antes había colocado la jaula, todo es distinto…el aire de afuera y de adentro ahora resulta ser el mismo, no hay diferencia.

Después de mucho meditar, tengo una duda y me pregunto ¿cuándo me sentí realmente feliz?...¿cuando me anunciaron el regalo?...¿cuando lo recibí?...¿ahora?...porque recuerdo que esa maravillosa jaula, entre tantas cosas, tenía una puerta…y yo la abrí…

Hoy la jaula sigue estando en su lugar, los rayos de sol también…los trinos del ruiseñor los sigo escuchando de lejos…de muy lejos…pero tienen algo distinto…mejoraron mucho y me pregunto por qué…¿será por la puerta que ya no está?
 
 
Más obsequios en lo de Judith

jueves, 12 de diciembre de 2013

ESTE JUEVES UN RELATO: AQUELLO QUE SOÑAMOS DE NIÑOS

(Antes que nada, me disculpo si me aparto algo del tema propuesto)



Sueños infantiles…

¿Quién no los tuvo alguna vez?...

Algunos murieron con el paso del tiempo; otros todavía están, tal vez algo desdibujados, pero siguen estando…débiles quizás, algo ocultos, pero cerca nuestro, como pegados a nuestra piel.

Están los incumplidos, los que más se desearon, los imposibles, esos que debieron haberse olvidado, y como cosa curiosa, todavía tienen vida, sobre todo en ciertos momentos, cuando renacen.

Algunas veces vemos que brota una sonrisa llena de nostalgia de nuestra parte, otras, las que duelen por no haberse cumplido, todavía lastiman.

Fueron pasando lentamente los años, aquellos primeros sueños fueron transformándose en otros, tal vez los más preciados, los juveniles: esa sucesión de deseos que brotaban de golpe, los que se alojaban siempre en un rincón de nuestro corazón, latiendo cada vez con más fuerza.

Había nacido en aquellos frescos años un sentimiento hasta entonces desconocido y sin darnos cuenta sentimos surgir algo que estaba oculto; nos preguntábamos qué era aquello que por momentos nos quitaba el sueño.

Fue cuando alguien nos habló del amor… ¡y todo cambió!

Todas aquellas fantasías juveniles por las que habíamos pasado fueron amontonándose en lejanos recuerdos que nunca murieron pero se fueron diluyendo y solamente quedó en nosotros ese nuevo sentir; nos dimos cuenta de golpe que nuestro corazón latía de forma diferente.

Ya no añorábamos tanto aquellos deseos de nuestra infancia que no se cumplieron y sin que entraran en el olvido, dejaron su lugar a otra forma de sentir la vida.

Hoy podemos hacer un resumen de todo lo pasado, aquello que se fue de apoco pero sigue vigente; lo nuevo que vino cuando nación algo, ese algo que aún está, que dejó su huella y que todavía sentimos.

Es nuestro mejor tesoro, cada momento fue único y si alguna vez sentimos alguna pena por no poder repetirlo, razonamos y terminamos comprendiendo.

Sólo nos queda seguir recordando… y siempre sonriendo.
 
Más relatos jueveros, en el Daily

jueves, 5 de diciembre de 2013

ESTE JUEVES, UN RELATO: El convento




No recuerdo cómo fue...

Pero sin haber imaginado que eso podía ser posible, ¡fue!

Recuerdo que de golpe, como en un sueño, me encontraba yo en la puerta de algo así como un convento, para mí, desconocido.

Por curiosidad, pensaba hacer una visita a ese lugar, era la primera vez que lo veía, y sin saber por qué, me encontraba completamente solo, sin entender.

Sentí que salía de algo así como un mundo donde yo estaba y trataba de entrar en otro totalmente desconocido.

No tenía idea de lo que era, pero sentía una sensación extraña y dudaba en transponer su puerta.

Y comenzaron las preguntas...

¿qué podía aportar yo entrando en ese lugar con mis vivencias -que eran muchas- pero que no tenían ningún valor para nadie y me preguntaba en mi ignorancia, qué beneficio podría yo encontrar en ese lugar, entrando en él.

Y las dudas seguían...

Sentía una extraña curiosidad; me encontraba en la puerta, sólo necesitaba cruzarla y a pesar de querer hacerlo, no podía porque algo me frenaba.

Ene se momento y sin saber por qué, me pareció que alguien que habitaba en ese sitio, se acercaba a mí para conversar y creí que me preguntaba cómo era mi forma de vivir.

Sentí mucho miedo, pero a pesar de eso, noté que la puerta seguía abierta, como esperándome pero no pude trasponerla.

Hoy me pregunto por qué razón no me animé a conocer lo que suponía era todo paz y silencio, en lugar de seguir viviendo en al forma en que vivía, sabiendo que eso no era vivir.

Fue entonces en que en un momento de ese sueño, comprendí de inmediato que en ese lugar equivocado en el que yo vivía, tenía como toda puerta, un cerrojo para una llave que yo tenía en mi poder.

Me vi cerrar la puerta con esa llave y la tiré luego en algún lugar, no sé dónde, pero al tiré.

Y aquel que una vez me preguntó cómo era mi forma de vivir, ya no lo volverá a hacer, ahora lo sé bien, lo sabemos bien los dos, ya no hará falta la pregunta aquella y menos mi respuesta.

Hoy lo sé, tarde pero lo sé. no necesito ninguna llave, la puerta sigue abierta.

Allá voy...


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