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jueves, 26 de febrero de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO



Esta semana Juan Carlos nos propone inspirarnos en un tema musical para ambientar nuestro relato. Este es mi aporte:


Recuerdo que una vez, hace mucho, me pareció sentir a lo lejos que una orquesta ejecutaba un tango.

No sé cuántos tangos habré escuchado en la vida… fueron tantos, que, enumerarlos costaría mucho trabajo. Sólo sé que aprendí a tararearlos, a recordar sus letras, sus melodías, en fin, todo. La lista sería enorme, pero no sé por qué razón, sentí que aquel que estaba escuchando a lo lejos provocaba en mí una sensación extraña, como si retrocediera el tiempo.

Ese tango, el de la historia, se llama Caminito.

Al escucharlo me pareció sentir como si alguien regresara del ayer. Era yo mismo, pero no el actual, sino aquel lejano que fui alguna vez, reviviendo y retornando desde aquellos tiempos que se fueron.

Logré  sentir que misteriosamente todo lo pasado volvía a tener vigencia, detalle por detalle, sitio por sitio, y sin poder explicarlo, me pareció que todo lo lejano que había quedado atrás, volvía a tomar vida con aquella música y formaba nuevamente parte de mí, como antes.

Sentí que el “yo” que era, dejaba de serlo y volvía a ser aquel que antes había sido, reviviendo con nitidez todo lo que había quedado atrás, en una mágica sucesión de recuerdos que creía olvidados, pero volvían otra vez a ser.

Entre tantas vivencias, en ese mágico desfile, me sentí nuevamente en aquel primer baile, cuando con cierta timidez me acerqué para invitar a quien había elegido como mi compañera para bailarlo y recordé también la emoción que sentí al ver que mi invitación fue aceptada. La timidez se fue yendo de a poco, pero aún me acompañan toda la mezcla de sensaciones que sentí al compás de aquella melodía.


Caminito. Sólo me basta escucharlo para sentir que todo vuelve otra vez a ser como fue.


Autor del texto: Eduardo




jueves, 12 de febrero de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO, LA MÁQUINA DEL TIEMPO

Esta semana conduce Alberto



LA MÁQUINA DEL TIEMPO

Sucede, que en algún momento de nuestras vidas, aparecen –sin saber por qué- cosas, hechos, momentos, que estaban adormecidos en nuestra mente y también en nuestro corazón, sin darnos cuenta.

Son “cosas” que pueden parecer simples, pero por el contrario, no lo son ni lo fueron en ningún momento.

Están aún latentes, a veces pueden aparecer de golpe, otras veces notamos que siguen estando a nuestro lado, como sombras: no sabemos desde cuándo, pero siguen estando, de todas formas, colores e intensidades.

Todo está registrado en ellas; tema por tema, nada se escapa y cuando recordamos lo grato – o no- que fueron, notamos un desfile interminable de situaciones, algunas que por conveniencia quisiéramos cambiar, pero notamos que no puede ser. Ya es tarde.

Desearíamos que nunca hubieran existido.

Están guardadas cuidadosamente en un lugar especial: lo llamaremos “la máquina del tiempo”. Y cuando llegue el momento de hacer un inventario y balance de nosotros mismos, no nos podemos engañar.

Lo blanco es blanco y lo negro es negro.

No hay tiempo para un retoque que pueda cambiar todo o mejorarlo. Ya pasó- ya fue.

¿qué nos queda entonces? ¿pensar en un futuro -si llega- y empezar a trabajar en ello? Tenemos entonces que aprovechar que ya conocemos los dos colores –el blanco y el negro- para que cuando en ese mañana que soñamos, en esa “máquina del tiempo” y quede registrado nuestro paso por el mundo, hallamos sabido elegir el “color” correcto; y entonces podremos sonreír tranquilos y notaremos que en nuestro interior brotará una palabra que dirá todo lo que resume lo que fue nuestro camino recorrido: Gracias.


Autor del texto: Eduardo