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viernes, 31 de julio de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO: LA EDAD DE NUESTRA ALMA


A todos nosotros –no sabemos cómo- se nos entrega un alma para que nos acompañe y sea parte nuestra de por vida.

Nadie pregunta por qué, pero está.

Sin darnos cuenta, al comienzo de nuestros primeros pasos, podríamos decir que no la notamos, que ignoramos, como si no la tuviésemos, pero sigue estando, y sin que lo sepamos, va creciendo junto a nuestro lado, al mismo tiempo; aún está en plena formación, es muy joven todavía para que pueda y sepa transmitirnos lo que necesitamos saber para vivir pero con el correr del tiempo, ya en plena madurez, actúa acompañándonos y nos guía lo suficiente para conducirnos por el camino correcto que aún nos queda por andar.

Nos damos cuenta que tiene vida propia, ya que no actúa por órdenes que le podamos dar; al contrario, ella nos dice cuál debe ser el andar correcto en que debemos ubicarnos.

Nos la fue entregada limpia, sin fallas, en estado puro, no tiene defectos, de forma que al estar a nuestro lado, acompañándonos, nos indica nuestros pasos para que podamos ser como el modelo a seguir.     

No nos pide nada; al contrario, nos fue entregada para darnos lo mejor de sí, y el tratamiento que tenemos la obligación de darle, debe ser el mejor.

Se nos la entrega sin manchas, de ningún tipo, y cuando al final de nuestro camino la que tengamos que devolver, no tiene que tener nada que la opaque. Es nuestra obligación.

¿Su mejor virtud? Tener la experiencia que tiene todo aquel que ha vivido lo suficiente y sabe mantener la frescura y juventud que supo transmitirnos.


Siempre nos cuidó, pero debemos ser nosotros los que nos ocuparemos de que siga a nuestro lado sin necesidad de ninguna clase de reprimendas.      

Autor: Eduardo

Más relatos jueveros en el blog de Maribel.                                                                                                                                                                                                                                                                               

jueves, 23 de julio de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO: Un lugar imaginario


Según cuentan, hubo alguien hace ya mucho tiempo, a quien se le ocurrió pensar que existía alguna forma de “sueño” por medio del cual podía ubicarse en un lugar único y desconocido de la tierra en que vivía.

A pesar de ser un pedido raro y poco frecuente, quien tenía a su cargo concederle esa gracia, no vaciló ni un solo instante para proporcionarle su deseo y le entregó algo así como una “varita mágica” para que sus deseos pudieran cumplirse.

Fue entonces que escuchó algo así como una voz desconocida que le dijo:

“la varita mágica que buscas está en tu pensamiento, y verás que al hallarla, todo lo que le pidas se cumplirá”.

Entonces ese alguien que recibió esa gracia, lleno de alegría, con mucho miedo, lleno también de dudas, pensando y pensando para no equivocarse, notó que había perdido mucho tiempo en decidirse, demasiado tiempo, mucho más de lo permitido.

Quiso hacer un repaso de todos los deseos y cosas a pedir, que antes no había hecho, pero se olvidó por completo del mañana que quedaba por delante.

Así muchas veces en la vida tratamos de recuperar cosas que quedaron atrás olvidándonos de todo lo que nos queda por delante, aún por hacer.


Es cuando notamos que ya no queda tiempo ni forma de recuperar todo aquello que pasó y que hoy vemos que quedó tan lejos. Notamos que ya es tarde, demasiado tarde.

Autor: Eduardo

Más relatos jueveros en el blog de Max Estrella

viernes, 17 de julio de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO: Flores y colores



Recuerdo que cierta vez, cuando menos me imaginaba, me sentí “obligado” en cierta manera, en contestar lo que se me pedía en forma imprevista, es decir, definir o comentar algo sobre las flores y también sobre los colores.

En cierto momento, me pregunté a mí mismo por qué razón se me consultaba y por qué sobre esos temas. Y por mucho que traté en esos momentos, nada se me ocurrió.

Reconozco que en esos momentos no sabía si los temas eran difíciles o si yo no me sentía capaz de detallar o de imaginar algo al respecto.

Recuerdo que comencé a pensar en las flores y comenzaron a surgir las preguntas que yo mismo me hacía, definiendo las formas, sus fragancias, sus apariencias y pronto comprendí que nada de lo que pensaba tendría sentido.

Pensé al principio ¿qué puedo decir yo sobre lo que se puede sentir cuando se las ofrece a alguien, cuando las elijo o cuando las entrego y por qué?

Me pregunté ¿puedo resumir en esa flor, aún la mejor que encuentre, todo lo que puedo sentir? ¿Puede acaso expresar ella todo lo que se alcanza al sentir al elegirla para entregarla, y se puede considerar en esa flor todo el sentimiento que la misma lleva de mi parte, aún en el caso que consiga la mejor?

Entiendo que el valor de esa flor está, no en su aroma, ni en su color o forma, sino en su significado profundo, en todo lo que quiere decir en el más completo silencio.

¿Y qué podría decir de sus colores? ¿Hay uno mejor que otro? ¿Acaso su color define el sentimiento que quiere expresar? Me pregunto ¿influyen los colores?

Pienso que la magia está en que existan dos personas que aun estando separadas puedan decir sin palabras lo que siente quien la ofrece, para que llegue llena de vida a quien la reciba con la mejor de las sonrisas.

Todo lo demás, su aroma, color y forma, pasa a segundo plano, lo que perdura es otra cosa, aún en el más completo silencio.


Esa es su mejor virtud.


Autor: Eduardo

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viernes, 10 de julio de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO: Sucedió en un tren


Su voz era como un susurro, hablaba y hablaba sin escatimar en detalles. A esas horas de la noche, los pormenores sobre la historia de nuestra familia me adormecían sin poder evitarlo. El abuelo repetía una y otra vez la aventura de aquel viaje en el que una vez en el tren, sucedió, así de simple, brotó de golpe y desde el primer momento, todo cambió:

“¿Cómo llegó? Es una pregunta que no tiene respuesta, de nada sirve buscarla, simplemente, llegó, liviana como un simple roce y desde entonces entró a formar parte de ese sentimiento que está y que se quedó uniendo nuestros pensamientos. Fue desde ese momento que dejé de sentir que era uno sólo para comprender que a partir de entonces comenzábamos a ser dos.

Entonces se volvieron a repetir las preguntas que nos hicimos –quizás los dos- ¿dónde estaba oculto eso que aparecía de repente sin que supiéramos cómo y por qué nacía?


Comprendo que de nada sirven los discursos para encontrar una respuesta, unas palabras, pocas o muchas para explicar eso que surgió en aquel momento, en aquel viaje, en ese tren, para lo que solo bastó una mirada breve, que dejó tanto que todavía hoy me acompaña”

(Autor: Eduardo)

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