Seguidores

jueves, 30 de enero de 2014

ESTE JUEVES, UN RELATO: El deporte y nosotros


Si pudiésemos ver lo que hay debajo de la piel de un deportista, para saber qué quiere ser y a lo que quiere llegar, la lista de motivaciones sería enorme.
Podríamos hacer una selección de razones que lo llevan a intentar alcanzar su sueño. Uno de los motivos principales sería el deseo de vencer, no tan sólo por el triunfo en sí, sino por ver el resultado final de su esfuerzo, por saber que ese objetivo que se había propuesto pudo cumplirse y tener la satisfacción enorme que significa el comprobar la llegada a esa meta que tanto se deseó, al punto de decir mentalmente, “pude”, “supe”, “soy capaz”.
Esa actitud como deportista, en forma indirecta nos permite razonar y nace en nosotros algo nuevo, hasta entonces desconocido.
Al margen del triunfo en sí, comprobamos que en la vida diaria, dejando de lado lo deportivo, también hay logros que pueden alcanzarse luego de haber sido soñados. Es el nacimiento de un tipo de voluntad ejemplar que nos enseña que en el enorme panorama de posibilidades que podemos alcanzar, no existen imposibles. Que la distancia entre el primer intento y la meta alcanzada no resulta infinita.
Pero como sucede en la vida de todo deportista, necesitamos prepararnos de a poco, día a día, con constancia para el triunfo y la superación que buscamos.

Tanto dentro del deporte como fuera, el intento de alcanzar el objetivo final resulta ser un incentivo que nos impulsa a seguir adelante. 


más relatos sobre el deporte, en lo de Yolanda

jueves, 23 de enero de 2014

ESTE JUEVES UN RELATO, INVITADO ESPECIAL



Me preguntaron una vez, qué libro había yo leído en el transcurso de toda mi vida, que significara algo especial que quedó guardado en mí y que aún hoy, después de tanto tiempo, nunca pude dejar de recordar.

Sin entrar a detallar si fueron muchos o pocos, hubo Uno, así de simple, Uno, que nunca se borró de mi memoria. En forma resumida diré que se trataba de un diario que escribía un niño italiano que transitaba lo que sería cuarto o quinto grado en la escuela primaria. Eran las vivencias de la época escolar donde contaba momento a momento el año que cursaba en la escuela.

Simplemente el autor detallaba allí las cosas más interesantes de su vida de niño, breve, muy breve, pero que tanto sentimientos contenía.

Por una ausencia momentánea de la maestra titular que teníamos en el colegio, la señorita Sara, fue reemplazada por la señorita Dora, quien tuvo la idea de leernos de vez en cuando algunas de sus páginas.

Recuerdo entre tantas cosas, algunos apellidos de compañeros de clase de aquel que escribía. Recordar sus nombres todavía me emociona: Deroso, Garrón, Nobis.

Podría seguir enumerando y trayendo del pasado más personajes que inspiraron mi imaginación por aquellos tiempos. Estábamos en quinto grado…pero se amontonan recuerdos y cuesta seguir. Vienen a mi memoria también El pequeño vigía lombardo, De los Apeninos a los Andes, El Pequeño escribiente florentino…pero de todos ellos, hubo un libro –Uno- que nunca olvidé ni olvidaré.


Su nombre Corazón. Su autor Edmundo D´amicis. Si hoy tuviera oportunidad de volverlo a leer, no lo haría, creo que no podría…


Más relatos con invitados especiales, en lo de Loquita diplomada

jueves, 16 de enero de 2014

ESTE JUEVES, UN RELATO...con inicio

Recuerdo haber leído:
“El señor Jones, propietario de la granja mayor, cerró por la noche los gallineros, pero estaba demasiado borracho para recordar que había dejado abiertas las ventanillas”.
Volvió a tener vigencia otra vez aquello que una vez leí. En la vida nos ocupamos muchas veces en atender cosas que creemos tienen mucha importancia, como los “gallineros” de la historia y sin habernos “emborrachado” dejamos abiertas muchas “ventanillas”.
Damos demasiada importancia a cosas que realmente no la tienen; ponemos el mayor énfasis en ocuparnos de todo aquello que suponíamos seguro y nos equivocamos.
Tuvimos oportunidades de decir palabras de consuelo a quienes las necesitábamos y nos callamos. Cuando debimos dar nuestra aprobación a lo que vimos cerca de nosotros la indiferencia no nos dejó actuar como correspondía. Hubo veces que notamos que algo incorrecto sucedía a nuestro alrededor y pudiendo corregirlo, dejamos que eso siguiera sucediendo. Cuando pudimos ayudar a los demás cuando lo necesitaban, no le dimos la importancia debida y todo quedó en la nada.
Fueron muchas las “ventanillas” que quedaron abiertas ante nuestra total apatía.
Por momentos nos hemos sentido como el señor Jones de la historia, para resolver nuestros errores.
No debemos dejar pasar la oportunidad de ser útiles en lugar de quedarnos quietos y callados.
Que no vuelva a suceder lo de la historia. Debemos tener la lucidez necesaria para que aquello no ocurra otra vez.




Más relatos jueveros con inicio en lo de Auxi

jueves, 9 de enero de 2014

ESTE JUEVES, RELATO CON REGALO

Mi imagen inspiradora




En todos los mares del  mundo, hay amaneceres y hay ocasos.
Si pudiéramos dejar registrado el momento en que eso sucede -una fotografía, por ejemplo- no podríamos saber si el sol está apareciendo o si por el contrario, está ocultándose en el horizonte.
Son preguntas inocentes que podríamos hacernos y lamentablemente no tendríamos la respuesta.
Son dos cosas distintas y a pesar de ello, confunden hasta el punto de no saber cuál es uno y cuál es otro.
Notamos que en nuestra vida sucede algo mucho más definido.
Hay un momento en que nos parece ver en esa foto que algo comienza, el principio de todo aquello que vamos a vivir -aún desconocido- pero que irá desarrollándose de a poco, minuto a minuto, sufriendo leves cambios.
Nadie sabe cómo sera la transformación, lo iremos descubriendo de a poco, día a día, momento a momento, hasta llegar a ese ocaso -también desconocido- en el  que quedará registrado nuestra propia evolución.
Puede ocurrir que pensemos que si supiéramos a tiempo el resultado final, podríamos  corregirlo para que nuestro paso por el mundo resultara incuestionable.
Pero sucede que Aquél que planificó nuestra vida,  prefirió que todo fuera de otra manera, es decir, que nuestro proceder fuese el resultado de haber sabido distinguir en su momento una cosa de la otra, para llegar a ese final, el ocaso, habiendo aprendido cómo debe ser nuestra conducta en nuestro diario vivir.
Nos queda una última reflexión, hay un tramo a vivir desde nuestro amanecer hasta el ocaso final y nos corresponde a nosotros -solamente a  nosotros- definir su desarrollo.

 Sabemos que existe un principio y un final, lo que suceda entre uno y otro es obra nuestra. Pedimos a Dios que no nos equivoquemos cuando elijamos la ruta a seguir. 


Más relatos en lo de Gaby


Muchas gracias Gaby por la original presentación, y gracias a Pepe por la imagen inspiradora!