Me preguntaron una vez, qué libro había yo leído en el
transcurso de toda mi vida, que significara algo especial que quedó guardado en
mí y que aún hoy, después de tanto tiempo, nunca pude dejar de recordar.
Sin entrar a detallar si fueron muchos o pocos, hubo Uno, así
de simple, Uno, que nunca se borró de mi memoria. En forma resumida diré que se
trataba de un diario que escribía un niño italiano que transitaba lo que sería
cuarto o quinto grado en la escuela primaria. Eran las vivencias de la época escolar
donde contaba momento a momento el año que cursaba en la escuela.
Simplemente el autor detallaba allí las cosas más
interesantes de su vida de niño, breve, muy breve, pero que tanto sentimientos contenía.
Por una ausencia momentánea de la maestra titular que
teníamos en el colegio, la señorita Sara, fue reemplazada por la señorita Dora,
quien tuvo la idea de leernos de vez en cuando algunas de sus páginas.
Recuerdo entre tantas cosas, algunos apellidos de compañeros
de clase de aquel que escribía. Recordar sus nombres todavía me emociona:
Deroso, Garrón, Nobis.
Podría seguir enumerando y trayendo del pasado más personajes
que inspiraron mi imaginación por aquellos tiempos. Estábamos en quinto grado…pero
se amontonan recuerdos y cuesta seguir. Vienen a mi memoria también El pequeño
vigía lombardo, De los Apeninos a los Andes, El Pequeño escribiente florentino…pero
de todos ellos, hubo un libro –Uno- que nunca olvidé ni olvidaré.
Su nombre Corazón. Su autor Edmundo D´amicis. Si hoy tuviera
oportunidad de volverlo a leer, no lo haría, creo que no podría…
Más relatos con invitados especiales, en lo de Loquita diplomada
Yo también lo he leído. De releerlo, tal vez le encontraría algunas objeciones. Al padre del protagonista, por ejemplo.
ResponderEliminarPuede que sí. Gracias por tu comentario.
EliminarSaludos, Eduardo.
Ese libro, lo recuerdo, de tapas gruesas y letras rebuscadas con muchos rulos y un gran corazón rojo. Estaba guardado en una vieja biblioteca, en casa de mis abuelos, pero admito no haberlo leído nunca... Imagino que existen libros, que según la edad en que se lean, son capaces de dejar impresiones imborrables. Me ha pasado con otros, que de releerlos, tal vez ya no sea lo mismo.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Coincidimos.
EliminarSaludos, Eduardo.
No conozco ese libro. Pero suena interesante, especialmente por ser las vivencias de un niño.
ResponderEliminarHay recuerdos tan hermosos, que no consigo comprender, por qué algunas veces nos negamos a recordarlas. Me gusto tu aporte.
Saludes
Muchas gracias.
EliminarSaludos, Eduardo.
Muchas gracias.
EliminarSaludos, Eduardo.
Un libro maravilloso que leí de muy pequeña, y ahora que te leo me dan ganas de volver a recorrer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los recuerdos más entrañables de lectura son los que nos evocan aquellos personajes con los que nos encontramos en nuestras primeras lecturas, éramos tan inocentes y crédulos que los aceptábamos como verdaderos y los hicimos amigos nuestros para toda la vida. Yo recuerdo mi primer libro que se titula Zapatos de fuego y zandalias de viento. Aún está en mis anaqueles.
ResponderEliminarUn beso.
Una bella historia la que nos cuentas hoy cargada de recuerdos de la infancia. Me gusta. Un beso.
ResponderEliminarEs que ese libro es para no olvidarlo: entrañable, emotivo, tierno, ético...
ResponderEliminarSeguro que hay libros que se nos quedan para siempre. Me ha gustado como lo fuiste evocando para develar al final de que libro se trataba.
ResponderEliminarGracias por participar de este jueves de relatos!
Un beso!
Es verdad las lecturas de niños nos influyen en nuestra vida adulta, y está claro que éste influyó en tí, no lo conozco; pero supongo que si a ti te gustó, debería estar bien.
ResponderEliminarLeyéndote pienso que tal vez esas primeras lecturas estimularon nuestra imaginación, entonces tan moldeable. Tal vez incluso la condicionaran. Como cada semana, me produces una reflexión limpia y sincera. Un abrazo.
ResponderEliminarNo conozco el libro pero veo que a ti te dejó una huella, espero que algún día te puedas reencontrar con su protagonistal. Besote
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