Hay momentos en nuestras vidas
que acuden a nuestra memoria recuerdos de lo que fue nuestro ayer, registros
pasados que nunca se han borrado y que siguen estando vivos a pesar del paso de
los años.
Esos registros, buenos o ingratos,
tienen el poder de hacernos retroceder en el tiempo y según sea la oportunidad,
solemos buscar que sean los buenos los que nos conduzcan en ese viaje.
Con los otros,
intentamos que el olvido los lleve muy lejos, con el deseo de que nunca más
consigan retornar a nuestra memoria.
Cuando es así y conseguimos que
sean los gratos recuerdos los que nos guíen, tenemos la impresión de arribar a
un “jardín imaginario”.
Ese jardín, en el que en muchas
ocasiones nos sentimos bien acompañados, está tan bien cuidado en nuestro
pensamiento, que no hay flor que no esté en él.
Nos hemos acostumbrado tanto a disfrutarlo y mantenerlo limpio y cuidado que dudamos que pueda existir otro que se le parezca en
belleza o lo supere.
Podríamos hacer una lista
perfectamente detalle enumerando todas sus virtudes, pero comprendemos de
antemano que la lista sería tan larga que dejaría de tener sentido. Nos
preguntamos si sería útil tener inventariados las fechas y los detalles de cada
una de los recuerdos allí sembrados y llegamos a la conclusión que el hecho de
mantenerlos vivos junto a nosotros es lo que verdaderamente importa.
Como en todo jardín, para mantenerlo
a salvo, hay que regarlo, limpiarlo. Buscando que no nos invadan ciertas “malezas”,
esas que tanto abundan y que, tal como sabemos de sobra, son capaces de
arruinar aún el mejor jardín si el descuido o el abandono nos supera.
Si tenemos la suerte de tener en
la memoria un jardín como ese, está en nosotros la responsabilidad de
preservarlo para poder seguir disfrutándolo. Debemos cuidarlo, desmalezarlo, atenderlo, y mantenerlo bajo riego constante. Eso hace maravillas.
Autor: Eduardo
(Dedicado a todos los jueveros, principalmente a los que en estos días tendrán la fortuna de reunirse en Aranjuez)
(Dedicado a todos los jueveros, principalmente a los que en estos días tendrán la fortuna de reunirse en Aranjuez)
Más jardines, en lo Alfredo
Un jardín imaginario y personal, que también requiere dedicación.
ResponderEliminarQue concepto tan interesante.
Nuestra memoria y nuestros recuerdos son ese jardín donde todo absolutamente nos pertenece. Cada uno debe cuidar que quiere dejar crecer en él.
ResponderEliminarInteresante reflexión Eduardo.
Un abrazo.
Es tarea ineludible que tenemos con nosotros mismos.
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