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jueves, 24 de abril de 2014

RECORDANDO


Fue hace mucho tiempo…

¿cuánto? No interesa ¡fue…y quedó en eso…! ¡fue!

Recuerdo haberte escrito unas líneas tiempo atrás; no sé si te llegaron.

Hoy no sé por qué, siento una enorme necesidad de repetirlas, y como aquella vez, quiero volver  a escribirlas, tratando que pueda decir todo aquello que sentía entonces.

¡Siempre te recuerdo! No puedo olvidar, ni queriendo.

Hay muchos pensamientos en mí y necesito detenerme en ellos para ordenarlos un poco. Siento que se agrupan en la forma de un ramo de cosas tan hermosas como fueron y quiero ubicarme justo en el comienzo y allí me dejo ir, para que empiece todo, en orden, recordando.

Me pregunto: ¿volver a vivirlo otra vez? ¡no!

Hay cosas tan especiales que no tendrían que suceder nunca en la vida ni siquiera la primera vez, para que nada las lastime y quisiéramos, a veces, que todo lo hermoso, todo lo grato, debiera quedarse en ilusión, no tener vida nunca para que no tenga fin y nada le haga daño.

Me pregunto: ¿acaso no es mejor recordar siempre lo que se vivió que volver a vivir lo que siempre se recuerda?

Yo prefiero recordar, sé que la intensidad de un recuerdo, como el que me acompaña desde entonces, es lo que marca la grandeza de un momento que pasó, lejano, pero que aún hoy, después de tanto tiempo ¡no puede olvidarse!

Hay cosas que nunca mueren, no merecen morir, se pegan a uno y se llevan consigo como clavadas aunque duelan, como yo te llevo en mis recuerdos.

Siento que todo fue un sueño interminable, pero que quedó en eso, un sueño más, lejano, que duele, pero sigue estando.

Me parece verte como una paloma blanca comiendo de mi mano, toda mansa, así fuiste, así te sigo viendo, aunque ya no estés, y quedo con el brazo extendido, con mis manos vacías, esa que te daba de comer, solo, triste y recordando.

Hoy todavía sigo soñando lo que no pudo ser y seguiré repitiéndome por mucho tiempo que pase ¡siempre te recordaré, no podré olvidarte, ni queriendo! El tiempo seguirá pasando, pero hay cosas que quedaron pegadas en mi piel, sólo yo sé la razón.

Si pudiera arrancarlas de mí, lo haría, pero no puedo, siempre las seguiré sintiendo.

viernes, 11 de abril de 2014

ESTE JUEVES -YA VIERNES- UN RELATO ¡Qué arte, mi arma!

(me disculpo por el retraso en subir este texto, distintas circunstancias hicieron que no pudiera hacerlo el mismo jueves)



A veces, cuando notamos que algún tipo de trabajo  hecho por alguien nos deslumbra, sin pensarlo brota en nosotros una frase simple, sencilla… ¡qué arte, mi alma!

Notamos de repente que quedan muchas cosas en este mundo en el que estamos, capaces de despertar en nuestros corazones algo que quizás estaba adormecido. Pequeñas cosas que habíamos dejado de ver o escuchar y que de repente se hacen notar, como un catálogo maravilloso que nos permite comprobar que todavía hay cosas dignas de ser valoradas y admiradas. Cosas aún capaces de sorprendernos.

Y ese arte que tanto nos llama la atención resulta estar vigente, nos revive recuerdos idos y nos demuestra que el tiempo no ha sido capaz de disminuir lo que pudimos sentir entonces. Todo lo contrario, nos parece que se agranda nuestro criterio de apreciación de esa belleza que nos conmueve, crece en nuestro interior los sentimientos que renacen.

Nos alegra comprobar que todavía perduran en nuestros corazones esas emociones que jamás nos abandonaron, nos alegra saber que está intacto el placer del disfrute, que afortunadamente seguimos sabiendo valorar las cosas bellas.



La apreciación del arte nos revitaliza. Su ausencia sería lastimosa; su presencia, nuestro mayor capital.


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