
Aunque mucho nos duela, hemos podido comprobar -muy a
nuestro pesar- que se cometen entre tantos delitos, uno, especialmente, que se
ha puesto de moda. Su uso es corriente.
Se lo conoce como el robo de la verdad; y es un
sistema que permite solapadamente, que reine la mentira, el engaño y la estafa.
Es tan común el uso que le dan ciertas personas, que
se lo considera como cosa normal, y para conseguir cierto tipo de éxito o
bienestar. Se lo usa según convenga.
Es decir, el uso correcto que se le daba a la palabra “verdad”
era tan necesaria y conocida, que en otros tiempos tenía un valor tan
importante que su uso correcto era imprescindible para el buen cumplimiento de
todos los actos en que las personas debían actuar.
Esa palabra “verdad” tenía tanto valor e importancia,
que quien la usaba al pie de la letra era considerado como el prototipo ideal
que definía a quien sabía darle la importancia que merece.
Con el tiempo -lamentablemente- fue tan común el robo
de todo aquello que le sirviera al “ladrón” que el buen empleo del concepto había
perdido todo su valor.
Mucha gente empezó a acostumbrarse a conjugar el verbo
“robar” -yo robo, tú robas, él roba, etc-
Su aprendizaje fue rápido y no dio ningún trabajo
cumplirlo al pie de la letra.
Hoy la palabra “robo” es tan común que podemos ver
cómo se la emplea a diario y en todos los terrenos. Ya no asombra, como en
otros tiempos. Hay quienes hacen hoy un culto de ello.
Son muchos los que eligieron ese camino, lo vemos a
diario.
¡Qué diferente sería escuchar a alguien que con naturalidad fuera conjugando:
yo no debo robar, tú no debes robar, él no debe robar…”
También el remedio sería suprimir la palabra “robo” o
mejor dicho “que nadie robe”…es muy difícil pero sería más rápido. Es una
sugerencia, apenas, pero puede servir…
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