Este jueves conduce Alfredo.
Si nos preguntáramos dónde nace una lágrima, o también cómo
se producen, cómo toman vida, y por qué, notaríamos que la respuesta acertada
podría no ser encontrada.
En principio comprobaríamos que no se nos ocurre nada a pesar
de que esas lágrimas nos pertenecen, son exclusivas y nadie podrá saber el por
qué las tenemos, ni siquiera nosotros.
Algunos dirán que nacen de la tristeza; es una forma resumida
de una pena muy intensa que aflora en nosotros; tal vez de nuestro corazón, tal
vez de alguna parte oculta de nuestra mente y ante una situación que puede ser
leve o intensa.
Pero también hay quienes opinan que alguna alegría muy grande
llega a ser la causa de que aparezcan; una alegría que nos toca es la razón de
que estén y broten de golpe.
Son dos opiniones distintas que se presentan en uno de los
dos casos, todo hace suponer “brotan” cuando un gran dolor nos toca.
Entonces podemos deducir, es una forma de que un gran dolor o
pena que sentimos –que puede ser enorme- pero el tamaño de las lágrimas que
nacieron es una forma por demás reducida: su tamaño es el que disminuye, no así
lo que quieren expresar.
El dolor o pena que podemos sentir puede ser enorme pero en
una pequeña lágrima se refleja todo lo que sentimos, no se necesita ninguna
otra explicación.
Otras veces, una gran alegría –que puede aparecer de golpe-
nos lleva al punto de que esa misma lágrima, refleja toda la ansiedad que
estaba guardada en nuestro interior, entonces nos preguntamos ¿qué simbolizan? Nacen
y brotan de nuestros ojos; resumen nuestra mayor tristeza pero también nuestras
mayores felicidades.
Entonces nos damos cuenta que cuando nacen de algún dolor,
reflejan nuestro sentimiento; no somos indiferentes, y eso es mucho, es todo,
no somos insensibles.
A la inversa, cuando son el motivo de nuestra alegría,
sentimos y sabemos que son capaces de valorizar todo lo bueno que quieren
expresar.
Quisiéramos que nunca nos falten las de este tipo en nuestra
vida por vivir.