Esta semana Juan Carlos nos propone inspirarnos en un tema musical para ambientar nuestro relato. Este es mi aporte:
Recuerdo que una vez, hace mucho, me pareció sentir a lo
lejos que una orquesta ejecutaba un tango.
No sé cuántos tangos habré escuchado en la vida… fueron
tantos, que, enumerarlos costaría mucho trabajo. Sólo sé que aprendí a
tararearlos, a recordar sus letras, sus melodías, en fin, todo. La lista sería
enorme, pero no sé por qué razón, sentí que aquel que estaba escuchando a lo
lejos provocaba en mí una sensación extraña, como si retrocediera el tiempo.
Ese tango, el de la historia, se llama Caminito.
Al escucharlo me pareció sentir como si alguien regresara del
ayer. Era yo mismo, pero no el actual, sino aquel lejano que fui alguna vez,
reviviendo y retornando desde aquellos tiempos que se fueron.
Logré sentir que misteriosamente
todo lo pasado volvía a tener vigencia, detalle por detalle, sitio por sitio, y
sin poder explicarlo, me pareció que todo lo lejano que había quedado atrás,
volvía a tomar vida con aquella música y formaba nuevamente parte de mí, como
antes.
Sentí que el “yo” que era, dejaba de serlo y volvía a ser
aquel que antes había sido, reviviendo con nitidez todo lo que había quedado
atrás, en una mágica sucesión de recuerdos que creía olvidados, pero volvían
otra vez a ser.
Entre tantas vivencias, en ese mágico desfile, me sentí nuevamente
en aquel primer baile, cuando con cierta timidez me acerqué para invitar a
quien había elegido como mi compañera para bailarlo y recordé también la
emoción que sentí al ver que mi invitación fue aceptada. La timidez se fue
yendo de a poco, pero aún me acompañan toda la mezcla de sensaciones que sentí
al compás de aquella melodía.
Caminito. Sólo me basta escucharlo para sentir que todo
vuelve otra vez a ser como fue.
Autor del texto: Eduardo