Una vez, sentí que tenía un alma y queriendo
cuidarla como se cuida un tesoro, la guardé muy dentro de mí, sin darme cuenta del
error que cometía.
Creía que guardada estaba más segura, a salvo
de que algo o alguien la dañara e hice cuanto pude para que nadie la tocara,
hasta ¡ni conté a nadie que la tenía!
Sabía que estaba sana, limpia, pero estaba
prisionera, encerrada en mí, como si estuviera atada, y no me di cuenta que la
pobre empezaba a marchitarse porque en un rincón de mi alma de mi pobre alma,
allí en el fondo, había un lugar sin ocupar.
Yo no lo sabía entonces, y comencé a
comprender, razoné y al fin lo supe. Al alma no se la puede encerrar, para ella
no tienen que haber ni llaves ni cerrojos, el lugar donde se encuentra, tiene que ser un sitio en donde
pueda haber algo así como un gran portal, enorme, inmenso, para que ella pueda
salir y entrar a su antojo.
Un alma con rejas, ¡no es un alma! ¡es algo
muerto!
¡Ahora lo sé!
Me di cuenta a tiempo, no quise que mi alma muriera ni estuviese prisionera
nunca más y desde ese momento, le di la
libertad que siempre debió tener para que fuera donde más le gustara, libre
para ir, para buscar, para volver cuando quisiera y volver a mí para contarme
lo que viera.
Entonces, y sin que yo lo supiera ¡ahora lo
sé!... ¡te encontró!
La primera reacción, ¿cómo fue?
Se estremeció, se confundió un poco, se deslumbró,
no entendía, sólo atinó a seguirte de cerca, pasando a formar parte de todo
cuanto fuera tuyo, no sabía lo que hacía, iba como una sombra, detrás, pero las
sombras necesitan de la luz para poder ser sombra y mi alma no necesitó la luz
para ser tu sombra. Le bastó seguirte, para sólo con eso, solamente seguirte,
ver a tu persona proyectarse en ella, y confundirse las dos en una sola.
¡Ahora lo sé!
Se dejó ir simplemente donde fueras y así te
acompañó, callada, sin decirte nada, sin que la vieras, eran dos cosas y
formaban una sola, pero aún así, mi alma creyó que no bastaba, pensó que estaba
muy distante todavía, probó de acercarse más, despacio, como con miedo con
cierta timidez, sin hacer ruido, como a escondidas y ¡te tocó!...sin que te
dieras cuenta ¡Te tocó!..apenas y así como el guante se pliega a la mano
tomando su forma, así te cubrió, de tal manera que ya no pudo saberse cuál era
mi alma y cuál era tu piel, porque estaban tan superpuestas formando una sola
cosa, que nadie hubiera podido saber quién era quién.
¡Ni yo!
Todo esto pasaba sin que yo lo supiera, no
imaginaba nada, no creía ya en nada, estaba
solo, porque vivía sin alma, sin mi alma, sabiendo que no vivía, en una cruel y
amarga parodia de vivir.
Pero mi alma volvió, tal como fue enseñada, a
irse y volver cuando quisiera, ¡y ahora volvió! ¡trayéndote!, mientras te
cubría con toda su ternura, mientras te cuidaba, ¡te trajo a mí!
Hoy ya vuelve a estar en su lugar, dichosa,
radiante, feliz, completa, sin nada que le falte.
Y desde ahora mi alma sabe que nunca más ha de
irse, no quiere más libertad, ya no piensa en volar y vagar más por el espacio,
no busca más, ya no…se ha quedado quieta, como dormida en medio de su felicidad…sabe
que no tiene rejas ni llaves ni cerrojos, pero no se va, se queda otra vez en
mi, su primer dueño, el mismo que una vez creyó que se moría porque su alma se
le había ido dejándolo solo, pero que ahora, al saber que había vuelto y que en
ella ya no había aquel lugar sin ocupar, se sintió nacer otra vez.
¡Ahora lo sé bien!
Lo sabemos bien los dos, mi alma y yo…porque
ahora ya no somos dos..ahora somos tres.
Vos, mi alma y yo.
tus cartas rezuman amor, nostalgia, y mucha tristeza. Espero que te sirvan de desahogo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando las cartas no pueden resumir ni amor, ni nostalgia, ni tristeza, de nada sirven.
EliminarConseguir que quede sólo indiferencia es señal de un fracaso y ese tipo de fracaso no nos enriquece ni nos valora.
Saludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Es una idea inquietante pensar que nuestra alma anda por ahi vagando, probando cosas nuevas, sintiéndose triste o contenta ... mientras tanto nosotros estamos aqui esperando que vuelva y rogando a los dioses porque no la lastimen ni le hagan daño. En este caso resultó bien, volvíó y está feliz.
ResponderEliminarMuy linda historia la de esta alma aventurera
un abrazo
Cuando el alma se va, busca y vuelve feliz, con lo encontrado ¿qué más puede pedirse? eso nos obliga a decir gracias.
EliminarEduardo, desde el perfil de mi hija
Carta 8:)
ResponderEliminarGracias por la visita.
EliminarSaludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Ojala nuestra alma no tenga que buscar cosas y emociones nuevas, a pesar de estar en total libertad. si mirásemos con sus ojos a las personas seria gratificante y la ilusión haría acto de presencia, llenando ese espacio que ella encuentra vacío y la obliga a explorar por el universo del mundo.
ResponderEliminarQue maravilloso que te miren con los ojos del alma. llegaría a tocarte el corazón
Un placer leerte,espero no molestar Eduardo. Preciosa Carta.
Un saludo.
Gracias por tu comentario. Eres bienvenida!
ResponderEliminarSaludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Dejarla volar cual paloma, que no se marchite su belleza en una cárcel dorada...es una buena técnica, nada tan fructífero como dejar marchar.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Por cierto, encontré una camisa con tu nombre bordado...la tendía al sol en mi ventana.
Un lujo leerte, Eduardo.