Entre tantas cosas que
quisiéramos conseguir en nuestro diario
vivir, hay una que resulta ser de las más difíciles de encontrar, de esas
que más se buscan, a veces con éxito, a veces -o muchas- sin ella; el poder
encontrarla de por sí, es tarea harto difícil.
Si esa búsqueda no
nos da el resultado que necesitamos y que tanto valor tiene nos permite
comprobar -lamentablemente- que su ausencia nos deprime. Sentimos que algo nos
falta.
La lista de “eso”
que tanto buscamos puede llegar a ser enorme. Para poder conseguirlo, muchas
veces, no nos alcanza el tiempo para justificar cuál es la necesidad de tenerlo
y cuánto nos duele cuando no podemos conseguirlo.
Nos encontramos en
la vida buscando con avidez fortuna, suerte, bienestar, salud, etc. La lista
podría seguir infinitamente, pero a pesar de ello, nos cuesta ser los dueños de
ese “algo” que suponemos es fácil tenerlo, pero que tanto cuesta conseguir.
Si se nos
preguntara que definiéramos eso que tanto valoramos y buscamos, bastarían unas
pocas palabras - muy pocas- pero que tanto dicen para sintetizarlo.
Serían qué es para
nosotros qué es una amistad especial. Podemos resumirla con rapidez y total
seguridad:
“quien tiene un
amigo, sabe y siente lo que es ser uno mismo con la piel del otro”
Conseguirlo y
sentirlo a nuestro lado en todo momento, nos llena de alegría y satisfacción,
es entonces que nos damos cuenta que ya no estamos solos. Ya somos dos. Y con
eso basta ¿para qué más?
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