Su voz era como un
susurro, hablaba y hablaba sin escatimar en detalles. A esas horas de la noche,
los pormenores sobre la historia de nuestra familia me adormecían sin poder
evitarlo. El abuelo repetía una y otra vez la aventura de aquel viaje en el que
una vez en el tren, sucedió, así de simple, brotó de golpe
y desde el primer momento, todo cambió:
“¿Cómo llegó? Es una pregunta que no
tiene respuesta, de nada sirve buscarla, simplemente, llegó, liviana como un
simple roce y desde entonces entró a formar parte de ese sentimiento que está y
que se quedó uniendo nuestros pensamientos. Fue desde ese momento que dejé de
sentir que era uno sólo para comprender que a partir de entonces comenzábamos a
ser dos.
Entonces se volvieron a repetir las
preguntas que nos hicimos –quizás los dos- ¿dónde estaba oculto eso que
aparecía de repente sin que supiéramos cómo y por qué nacía?
Comprendo que de nada sirven los
discursos para encontrar una respuesta, unas palabras, pocas o muchas para
explicar eso que surgió en aquel momento, en aquel viaje, en ese tren, para lo
que solo bastó una mirada breve, que dejó tanto que todavía hoy me acompaña”
(Autor: Eduardo)
Más relatos, en lo de Alfredo
Bastó una mirada... un instante... y todo cambió.
ResponderEliminarPrecioso relato, me gustó. Un beso.
Un solo momento que cambia el rumbo de dos vidas.
ResponderEliminarUn saludo.
Fogonazos de la vida.
ResponderEliminarQue bonito relato Alfredo... A veces basta una sola mirada, un solo gesto, una sola respiración para ser dos en uno... unidos...
ResponderEliminarBesines....