En
el transcurso de esta vida que nos toca vivir, y sin quererlo, acuden a nuestra
memoria, cosas que pueden ser simples, o no, cosas que creíamos que ya no
existían, pero que estaban adormecidas en algún rincón de nuestro corazón y sin que nos lo propusiéramos,
aparecen con toda nitidez: recuerdos del ayer, nostalgia de viejos momentos
vividos que, aunque lejanos, están ahí, y vuelven sin que sepamos por qué.
Hay
cosas que, sin quererlo, perduran. Su destino era el olvido, pero en cambio
resurgen y quedan registradas en un muestrario, completo e intacto, nada se
escapa, y así seguimos recordando, con la sensación que estamos contándole a
alguien que está junto a nosotros, como si habláramos en voz alta… pero estamos
solos, no vemos a nadie cerca, hasta que caemos en la cuenta que en definitiva,
estamos hablando con el viento.
Llega
entonces un momento en que nos parece que mejor sería no tener recuerdos, aunque
luego, pensándolo mejor, comprendemos que peor sería no haber sentido nunca
nada. Y no sentir nada, debe ser triste, mucho más triste que todo aquello que
pudo ser grato y no lo fue.
Si
pudiera, le pediría al viento que se lleve todo lo que no merece ser recordado.
Podría ser una buena idea…y si pudiera, también le pediría que los malos
momentos fueran arrastrados por el olvido bien lejos, para que no volvieran
jamás.
Más relatos al viento en lo de Juan Carlos
No es deseable librarse de todo el pasado. Hay recuerdos que hacen a la identidad.
ResponderEliminarPero no se recuerda lo que pasó, sino su reconstrucción.
Esperemos que la reconstrucción sea más grato.
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
Si es muy cierto lo que dices a veces qusiéramos que los malos momentos y recuerdos se fueran volando tan rápido como el viento pero bueno... no sucede y es que aquellos recuerdos de malos momentos nos hacen hacer quienes somos y a demás tampoco podemos devolver el tiempo para poder cambiarlos... besos...
ResponderEliminarHay que ayudar para que el viento se lleve lo malo. Después, sonreir, si se puede...
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
El viento, como escribí en mi relato, lleva y trae, trae y lleva. Tal vez, es ese vaivén del aire el que nos inspira el mover o remover... recuerdos. Seguro que sí Eduardo, algunas ráfagas serán más preciadas cuando nos acercan a los instantes más queridos, otras en cambio... que se lleven lejos todo aquello que nos causó dolor y merece el olvido.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Que el olvido de lo malo llegue pronto...
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
Imposible no sentir nada, imposible que no vengan los recuerdos a bandadas volando sobre el viento, en ellos hay dolor pero también alegrías, seguro.
ResponderEliminarBesitos cariñosos.
Que las alegrías que lleguen, perduren, lo otro, que se vaya!
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
Tendemos a suavizar en nuestra memoria el dolor producido por los malos momentos y a magnificar el grato recuerdo de los buenos. ¿Que el viento se lleve aquello que nos causó dolor?, sería deseable pero en el fondo pienso que también el dolor forma parte de lo que somos y a eso si que no podemos renunciar.
ResponderEliminarUn abrazo.
La decisión es nuestra, es personal.Que todo sea para bien...
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
Yo también lo haría, porque hay cosas que es mejor no recordar, sobretodo si al hacerlo duele, y eso no es bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay que aprender a olvidar, aunque lleve tiempo
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
Los recuerdos buenos o malos nos hacen comprender que hemos tenido vida, que hicimos algo, que sufrimos y aprendimos de eso. A veces es inevitable no tener el deseo de borrar la memoria, de que el viento se lleve mucho más que las palabras.
ResponderEliminarPero a la larga es mejor dejar eso dentro nuestro para no sentirnos vacíos.
Un abrazo.
Lo que esté vacío dentro nuestro, llenémoslo con alegrías
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija..
Es un deseo comprensible porque recordar según qué cosas nos duele demasíado, pero creo que no recordarlo seria como negar una parte de lo vivido. Atenuar el dolor a base de tiempo...puede ser el mejor remedio.
ResponderEliminarUn abrazo amigo Eduardo.
¿por qué no probamos recordar solamente lo bueno?
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
Estoy de acuerdo, pidamos al viento que se lleve todo lo malo de un fuerte soplido, yo se lo diré que a mí me habla...espero que también me escuche.
ResponderEliminarBesos!!
Si te habla...te tiene que escuchar. Eso hacen las buenas personas...
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
Lo que ocurre es que, como dijo un famoso torero: Lo que no puede ser, no puede ser. Y ademas es imposible". Los recuerdos vienen, van, son gratos o no, forman parte de nuestra memoria y creo que todo queda en apreciar lo que tras ello hubo bueno, la ilusión que no se realizó, el amor que se perdió, la confianza que fue traicionada ... seguro que cada mal recuerdo procede de una buena intención.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todo llega, y el olvido, también.
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
Hoy escuché que han descubierto algo para desarrollar la memoria, una sustancia.
ResponderEliminarPues al instante pensé, si valdrá la pena, por lo menos a veces y con los años.... debería tratarse de comprimidos selectivos.
Como siempre, un gusto leerte, Eduardo.
un fuerte abrazo
Cuidado con la selección!...
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.
Me parece muy buena idea la tuya. ¡Con la de buenos recuerdos que tenemos y siempre hay alguno malo que se empeña en volver a nuestra mente una y otra vez! Buen relato, buena reflexión y buen deseo. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarSaludos, Eduardo, desde el perfil de mi hija.