Hay un ingrediente especial
en nuestras vidas que nos habrá de acompañar por siempre en nuestro paso por
este mundo.
Es el calor de los afectos
que sentiremos a nuestro lado, según los méritos que hayamos logrado, es el
calor que recibimos de los demás.
Es un tipo de calor especial,
el que valoramos como más importante en nuestro trayecto y si los que están
viviendo a nuestro lado nos consideraran inmerecedores de recibirlo, nos sentiríamos
muy dolidos.
A veces, es tan intensa esta
forma de sentir que nos quita tiempo –el necesario- para medir ese otro calor,
el otro, el ausente, que es tan poco importante -según creemos- que pensamos
equivocadamente que su valor es ínfimo y lo destinamos al olvido. Se trata del
calor que poco damos, o aún más, el que no damos a nadie por egoísmo.
Nos encontramos entonces con
dos tipos distintos de actitudes, que si las pudiéramos pesar en una balanza imaginaria,
nos encontraríamos con que quizás uno de los dos platillos pesa mucho más que
el otro, o de hecho… hay uno que pesa menos.
¿Cuál es uno y cuál es el
otro?
Si tuviéramos que entregar al
final de nuestras vidas esos dos platillos, notaríamos efectivamente la diferencia de peso que hay entre ellos.
Puede que el afecto hacia los demás sea muy pobre, que
todo lo bueno que ofrecimos al otro tuvo poca consistencia, entonces nos daríamos
cuenta de todo lo correcto que debimos hacer y no hicimos.
El calor de ese afecto que
debió estar en nuestras manos, no existió. En lugar de una caricia, golpeamos,
y la palabra que debió ser consuelo y ayuda, ofendió.
Por eso, cuando llegue el
momento de aclarar qué tipo de calor predominó en nosotros, deberíamos dejar en
lo posible que nuestro corazón nos diga su verdad.
El timón está en nuestras
manos. Esas mismas manos que alguna vez golpearon cuando debieron acariciar, así
como también estuvieron ausentes de amor las palabras que nunca dijimos.
Por eso, para vivir,
necesitamos definir una ruta y nos corresponde a nosotros elegir el sentido…y a
nadie más.
Empecemos ahora, mañana puede
ser tarde.
Más relatos en lo de María José
Desde luego que sí, empecemos ya a decir te quiero, a sonreir, a compartir, que para luego es tarde porque la vida es tan corta...
ResponderEliminarBuena reflexión sobre el calor afectivo que todos necesitamos.
BESOS.
Muy de acuerdo. Empecemos cuanto antes.
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Eduardo, desde el perfil de mi hija
Cuando nos damos cuenta de que estábamos en la ruta equivocada quizá sea ya demasiado tarde...
ResponderEliminarHay que regalar abrazos, que reconfortan tanto, demostrar el cariño que sentimos y decirlo bien alto...
Muy bonitas palabras, me ha encantado visitar este blog.
Besos
Muy agradecido por tu viista y tus palabras.
EliminarSaludos
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Que bueno encontrarte en esta reunión!
ResponderEliminarPara recibir primero hay que dar, ese calor que recibimos es un reflejo del que irradiamos hacia los otros, demos un golpe de timón para ese lado del sendero.
Buena reflexión para este jueves caluroso (lluvioso aqui), palabras dignas de ser leídas e internalizadas.
un abrazo
Como siempre, gracias por tus palabras y tu compañía.
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Eduardo, desde el perfil de mi hija
Me gusta el símil con los platillos, me hace pensar en la balanza, pero entiendo que no es esa tu intención, no dar en función de lo recibido, sino sencillamente llenar el platillo del cariño que damos.
ResponderEliminarAdemás, es mucho más bonito acariciar que golpear.
Un abrazo, Eduardo, bienvenido a esta reunión semanal.
Muy agradecido por la bienvenida, les agradezco a todos por sus amables comentarios.
EliminarSaludos
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Eduardo bienvenido a esta reunión de amigos,espero que te diviertas como nosotros lo hacemos. Tu texto muy reflexivo, lo comparto enteramente, ese calor es más que agradable sentirlo, pero para ello hay que entregar lo mejor de uno. Se recoge lo que se siembra, si es amor eso tendremos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por la bienvenida a esta reunión de amigos. Desde ya estoy gustoso de incluirme al grupo.
EliminarSaludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Te comprendo Eduardo, pero todo calor dado ha de quedar si es verdadero, el no dado, habrá que calentarlo a tiempo.
ResponderEliminarEstoy segura de que no perece la llama que fue alumbrada con cariño verdadero, necesitamos creerlo.
Bienvenido a los Jueves, compañero.
Besito cariñoso.
Cuando nuestro calor se da, lleva lo mejor que tenemos. Al que recibimos, lo espera lo mejor de nuestra compañía.
EliminarSaludos
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Una reflexión que me conmueve, que me sensibiliza lo suficiente para reiniciar hoy este día y dar ese calor afectivo que a todos nos hace falta.
ResponderEliminarTe tiendo mi mano tibia y acaricio tus preciosas letras, que nacen de un corazón cálido, que ha sido capaz de un fruto tan valioso como lo es tu hija.
Besos, Eduardo. Y a seguir remitiendonos tu correspondencia.
Desde ya recibo tu calor anunciado. Cuando nuestras manos se crucen, será el momento de agradecer el intercambio de conceptos que hoy comienza.
EliminarSaludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Bienvenido Eduardo. Me ha gustado tu reflexión, y tienes toda la razón del mundo. Por egoismo muchas veces no damos lo que tendriamos que dar. y recibimos demasiado para lo que dimos.
ResponderEliminarUn abrazo
Por lo menos el egoísmo ha servido hoy para intercambiar estas opiniones.
EliminarUn saludo
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Bienvenido a esta comunión juevera! Has hecho una entrada sumamente reflexiva, y es cierto, que podemos dar calor, recibirlo e incluso, dejarlo apagadito echando humo. Pero todo tiene un por qué, nadie puede ser tan frío o egoísta como para guardarse el calorcito para sí mismo. Hay que mirar, contemplar, y pesar en esa balanza que mencionas; seguro encontraremos el por qué, que define el peso de cada platillo. Si la explicación resulta convincente para nuestro corazón y entendimiento, entonces podremos descansar tranquilos. Por lo pronto, me considero una persona cálida, y si me enfrío es por causas tan reales como las que aquí cuentas. Un beso: Gaby*
ResponderEliminarCuando nos damos cuenta que dimos poco y a cambio recibimos mucho y comprendemos nuestro error, por lo menos podremos descansar tranquilos.
EliminarUn saludo.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
El calor de los sentimientos, hay que valorarlos y cuidarlos y no dejar que llegue mañana y arrepentirse por no haberlo dado.
ResponderEliminarMe encanto la reflexión.
Un abrazo.
El calor de los sentimientos que lamentablemente ayer no dimos muy a nuestro pesar, no lo podemos corregir, pero queda el de hoy y el de mañana...en esos sí podemos decidir.
EliminarSaludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Refrendando a la propuesta de nuestra anfitriona María José y como efectivamente hace mucho calor por estos parajes mediterraneos, yo ando de vacaciones jueveras, pero avisado de que un nuevo escritor ha aterrizado en este mundo fascinante de los jueves, paso a saludarte y a darte la bienvenida.
ResponderEliminarRemitiéndome a tu texto, no puedo estar más de acuerdo con tu reflexión. Cuando damos nuestro propio calor envuelto en amabilidad y cariño, siempre, tarde o temprano, recogeremos sus frutos en el cariño de los demás. Es algo que nunca se lamenta.
Un abrazo
Ese intercambio de calores nos lleva, afortunadamente, a recoger los frutos que sembramos. Si son buenos no lo lamentaremos.
EliminarSaludos
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Dicen que se nos dará el ciento por uno o que se nos examinará en el amor. Y es cierto que no hay mejor recompensa que el repartir afecto, cariño, calidez humana. La íntima satisfacción que produce ese repartir caricias es recompensa más que suficiente para el que ama al que tiene enfrente, aunque no siempre es fácil. Hablando de caricias y afectos, espero que sientas el calor de este grupo de jueveros que practica el lema de puertas abiertas a todo el que a ellas se acerca.
ResponderEliminarBienvenido a los jueves.
Un abrazo.
En un todo de acuerdo. Agradecido estoy por las puertas que se me abrieron. Como las mías ya están abiertas de par en par, desde hoy hay un nuevo camino que quisiera que transitemos todos.
EliminarSaludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
que bello pero realmente cierto, el mayor y mejor calor del mundo es el de los afectos tanto del que nos dan y sentimos para poder dar, sin ese calor, sin esa acogida de amor simplemente no podríamos vivir ni ser felices... muy bellas y ciertas palabras que dejan mucho que pensar y para la reflexión de nuestra propia vida y lo que hemos hecho
ResponderEliminarmuchas gracias por tu amable reflexión.
EliminarSaludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Intentaré aprender a "dejar en lo posible que nuestro corazón nos diga su verdad", una sabia recomendación y consejo.
ResponderEliminarUn saludo
Te agradezco tu visita y amable comentario.
EliminarSaludos
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Muchas gracias por la bienvenida. Ha sido un gusto participar.
ResponderEliminarSaludos
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Esa balanza que al final de nuestros días nos marcará parte de nuestra vida vivenciada, esa balanza que debe estar dirigida a los afectos sentidos y dados, lo omitido ya no tiene arreglo mientras un hilo de vida quede en nosotros debemos de dar.
ResponderEliminarGracias Eduardo por unirte a este grupo de jueveros y nuestra mas sentida bienvenida.
Un abrazo
Aunque hallamos cometido el error de haber negado nuestros afectos, lo importante es que en el futuro no nos falte la intención de darlos, que es lo que cuenta.
EliminarDesde ya, agradecido por el recibimiento y la gentiliza de hacerme sentir uno más.
Saludos, Eduardo (desde el perfil de mi hija)
Me ha llegado al alma cada una de tus palabras, estoy tratando de comprender que ese calor que me daban era tan solo un hielo enmascarado. Y estoy intentando reparar mi corazón con calores verdaderos de afectos sinceros.
ResponderEliminarMe dejas pensando mucho. Un placer haberte leído.
Un beso.
Esperemos que los que nazcan de mi, lleguen a atenuar el dolor que te han producido.
EliminarSaludos, Eduardo (desde el perfil de mi hija)
Es conmovedora la reflexión Eduardo, aunque no siempre es fácil tener esa claridad tan meridiana sobre todo cuando se es joven, el calor que no se dá no siempre se recupera, pero es importante darse cuenta a tiempo para poder remediarlo
ResponderEliminarte doy la bienvenida a los jueves, es un placer, yo tambien soy participante, de hecho este jueves participe pero fui enlazada a última hora, asi que no faltará oportunidad para que converjamos en este espacio
Abrazo
Gracias por la bienvenida al grupo. Cuando de joven no se da cierto calor, no es un delito tan grande. El mal es cuando de viejo siguen estando. La vida es hoy, empecemos ya y no paremos.
EliminarSaludos, Eduardo (desde el perfil de mi hija)
Palabras...que se amansan al leerlas, gracias.
ResponderEliminarGracias a vos por leerlas.
EliminarSaludos, Eduardo (desde el perfil de mi hija)
HAY veces que hay que empezar de nuevo todos los dias.
ResponderEliminarMe gustó
miblog es:
elblogdemaku.blogspot.com
si te gusta podemos hacernos seguidoras.
Un saludo
Cada día nos deja una enseñanza nueva.
EliminarSaludos, Eduardo (desde el perfil de mi hija)
EXCELENTE PLANTEAMIENTO. UN PLACER VISITAR SU ESPACIO.
ResponderEliminarUN ABRAZO