Antes que nada, me excuso por no haber seguido al pie de la letra la consigna de organizar el texto como diálogo o monólogo, me ha salido como relato y pese a ello, no quise dejar de participar.
Más textos en lo de Dorotea
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Según se cuenta, dos piedras se encontraron una vez, según la
historia, en un sitio desconocido. Lo importante fue que se encontraron. De esa
manera, comenzó una amistad, un intercambio de “palabras” por ambas partes,
donde cada una de ellas expuso sus orígenes, sus virtudes, en fin, cada una
dijo lo mejor que creía tener, pensando que los argumentos que podían aportar
eran superiores en calidad a lo que al otra creía tener.
Una argumentaba que se sentía como una joya en bruto,
aclarando que era un diamante –sin pulir- pero era un diamante y no terminaba
nunca de valorizar lo que según ella, valía.
La otra en su humildad, seguía callada y en ningún momento intentó
insinuar ninguna virtud que tuviera tener, siempre callada, en completo
silencio.
A todo esto –yo- mientras recordaba los argumentos de esa
leyenda creí ver de improviso, que había cierta semejanza con lo que sucede
muchas veces en la vida de las personas.
Está el grupo de quienes viven creyendo que el brillo y el
fulgor que pueden mostrar es lo que cuenta en la vida, y eso les otorga un mérito
especial. Por otro lado está el otro grupo, ese que nunca se ”muestra”, el que
no necesita que su solidez y fortaleza se destaquen en todo momento, pero están
y eso es lo que le da un eterno valor.
Pero existe un detalle importante: en el grupo de los que
necesitan ser tomados en cuenta, si no sienten tener una ayuda de alguna luz
que los haga notar, seguirán siendo objetos opacos que nunca podrán
distinguirse ni valorizarse por sí mismos. En el otro grupo, su sencillez y
modestia me llamó la atención.
Como un simple comentario diré que la vida seguirá su curso
como con las dos piedras de la historia, ambas seguirán su destino pero solo
una tendrá un algo especial que la distinga y diferencie de la otra.
Está en nosotros elegir la que suponemos puede ser la más
valiosa.
Qué bonita reflexión, Eduardo, profunda y sosegada. Si miro a mi alrededor, pues sí, hay esos que necesitan ser admirados por eso y aquello y luego hay otros que cumplen el cometido que la vida puso a su alcance y que no suelen pedir más que un poco de respeto. Gracias por participar y dar tanta profundidad a una foto más bien intransigente. Un abrazo.
ResponderEliminarComo la vida misma... Un poco de vanidad, un poco de humildad... Creo que en el fondo se necesita cierto equilibrio. Más, una u otra piedra,adquirirá el valor según los ojos de quienes las contemplen.
ResponderEliminarComo siempre, un texto reflexivo el que nos ofreces.
Un beso!
Gaby*
Como las piedras siempre habrán esos dos grupos de personas, unos siempre se valoran tanto que necesitan la pelota constante. Que quieres que te diga, para mi, esas personas no tienen ningún valor.
ResponderEliminarMuy buena la comparación que hiciste. Como siempre muy buena reflexión.
Un abrazo
Una excelente reflexión, profunda y certera.
ResponderEliminarUn abrazo.
La vida reflejada en estas piedras, hay quien necesita notoriedad para alimentarse y hay quien da todo de si en la sombra, pero al final todo sale a flote y se ve. Como siempre reflexivo tu aporte.
ResponderEliminarUn abrazo.
La valoración de lo que los demás pueden darnos (en este caso representado por las piedras) depende de lo que cada uno espera recibir o dar en la vida. Muy buena reflexión.
ResponderEliminarUn beso!
Me gustó mucho lo introspectivo de tu relato. Lastimosamente existen personas de esta índole. La soberbia para algunos es más importante que la humildad. =)
ResponderEliminarBesos
Buena reflexión. esos que necesitan estar constantemente rodeados de aduladores es porque en el fondo sabe que sin las alabanzas no son nada.
ResponderEliminarUn beso
Totalmente de acuerdo, y añadiría: No siempre lo que pretende brillar más a costa de lo que sea, brilla realmente a los ojos de los demás. Hay brillos que no deslumbran pero se sienten.
ResponderEliminarPerfecta exposición.
Abrazos
Efectivamente. Una buena reflexión, casi una fábula.
ResponderEliminarAbrazos.