Hay veces, que sentimos de improviso encontrarnos en un
momento especial, donde se hace necesario razonar ante tal o cual problema que
se presenta y sentimos que no estábamos preparados para afrontarlo.
Ante ese tipo de situaciones, debemos tener la calma
necesaria que nos permita “apartarnos” de esos malos momentos que nos pueden
poner en apuros.
Pero no siempre podemos encontrar la respuesta ideal para
combatirlos, quizás por el apuro por llegar a un remedio para solucionarlo nos
trabamos más en el intento.
La búsqueda desesperada por salir de ese trance, nos domina y
notamos que ha nacido en nuestro pensamiento algo así como una “obsesión” que
nos hace creer que nos encontramos más próximos al fracaso que al éxito.
Sentimos una necesidad incontrolable por solucionar el
problema lo más rápido posible. Es cuando se hace todo más difícil.
La preocupación excesiva por encontrar lo que quisiéramos
termina por lastimarnos y sólo conseguimos aumentar el mal que ya está en
nosotros.
Pienso, por ejemplo, que nadie podría conseguir el amor que
se busca con arrebatos de furia desmedida, ya que ese amor necesita que no se
lo imponga a la fuerza.
Ese amor simplemente llegará, y aunque tarde, cuando llegue
sólo bastará con que lo cuidemos con lo mejor de nuestro corazón. Tendremos la
esperanza que nunca se irá de nuestro lado.
Más relatos sobre el tema en lo de Leonor
Y sin embargo, a veces, ese amor se tiene y el miedo (obsesión) hace que nos lo juguemos por un comportamiento irracional.
ResponderEliminarEfectivamente la madurez y quitar hierro (drama) es la mejor medicina para que las cosas sigan su curso natural.
Abrazos
Qué bien lo explicas, Eduardo, hasta parece fácil poder dejar de obsesionarse.
ResponderEliminarGracias por participar.
Un abrazo
Leonor
La preocupación obsesiva machaca sin llegar a nada. Hay que romper el círculo vicioso cuanto antes.
ResponderEliminarUn abrazo