Yo pude ver en tus ojos, reflejada la tristeza...
Fue como una ráfaga muy fugaz que quiso pasar desapercibida, pero aún así, pude verla, porque en el fondo de tus ojos, toda la pena, el dolor, y la amargura estaban latentes en un crudo y despiadado muestrario.
Yo la vi...y aunque hiciste todo cuanto estuvo a tu alcance para disimular, no pudiste engañarme.
A mí no.
Estaba ahí, real, desgarrante, desnudo, reflejado como en un espejo, todo tu drama interior.
Aunque a veces se quiera reír, bailar, aparentar alegría, siempre hay una sombra misteriosa, casi invisible, que nos dice cuánto nos sucede por dentro...es algo que nos vende y nos traiciona, como a vos...y todo por medio de los ojos.
Hay veces, cuando lloramos y sentimos brotar las lágrimas de nuestros ojos, puede pasar que esas lágrimas, al irse, arrastren el dolor que las provoca y se lo lleven, pero cuando los ojos lloran tristeza como los tuyos, sin que aparezcan lágrimas en ellos y traten de aparentar o de decir, sintiendo que no pasa nada...entonces es cuando más dicen de ese dolor, que más que dolor puede llegar a ser todo un desgarro de nuestro corazón.
Y como tus ojos mostraban tantas cosas amargas -de esas que lastiman hasta a quien los miran- llega el momento que hay que buscar desterrar de ellos todo cuanto hay de malo para que lleguen a convertirse en lo que deben ser: dos luceros brillantes que puedan derrochar alegría a raudales.
Yo quiero ayudarte porque quiero ofrecerte algo que sé que puede tener el poder de transformar tu vida, esa vida tan llena de dolor, en una vida llena de dicha, pero comprendo que nada que pueda prometerte ya te hará cambiar de parecer...lo sé...
Cuando se está tan golpeado, no bastan las palabras, ni las frases, ni siquiera las promesas...
Hay un momento en que no se cree en nada...ya no queda ni la fe, que es lo último que dejamos en el camino...
Pero hay algo que puede...aunque te cueste creerlo... aunque lo escuches con duda y desconfianza...¡es lo que quiero darte!
Se llama ¡ternura!...
No tiene forma, no tienen figura ni color, no se ve..¡pero cuánto bien hace!
Eso es lo que te falta...tan vez siempre te faltó, pues hay veces que se llega a vivir una vida entera sin conocerla...y nos sentimos enfermos sin saber por qué...
¡Yo te la ofrezco!...¡No tengo otra cosa!...Está junto a mi mano amiga, la que al buscar la tuya, te estará diciendo ¡aquí estoy...vengo a ayudarte!
Fue como una ráfaga muy fugaz que quiso pasar desapercibida, pero aún así, pude verla, porque en el fondo de tus ojos, toda la pena, el dolor, y la amargura estaban latentes en un crudo y despiadado muestrario.
Yo la vi...y aunque hiciste todo cuanto estuvo a tu alcance para disimular, no pudiste engañarme.
A mí no.
Estaba ahí, real, desgarrante, desnudo, reflejado como en un espejo, todo tu drama interior.
Aunque a veces se quiera reír, bailar, aparentar alegría, siempre hay una sombra misteriosa, casi invisible, que nos dice cuánto nos sucede por dentro...es algo que nos vende y nos traiciona, como a vos...y todo por medio de los ojos.
Hay veces, cuando lloramos y sentimos brotar las lágrimas de nuestros ojos, puede pasar que esas lágrimas, al irse, arrastren el dolor que las provoca y se lo lleven, pero cuando los ojos lloran tristeza como los tuyos, sin que aparezcan lágrimas en ellos y traten de aparentar o de decir, sintiendo que no pasa nada...entonces es cuando más dicen de ese dolor, que más que dolor puede llegar a ser todo un desgarro de nuestro corazón.
Y como tus ojos mostraban tantas cosas amargas -de esas que lastiman hasta a quien los miran- llega el momento que hay que buscar desterrar de ellos todo cuanto hay de malo para que lleguen a convertirse en lo que deben ser: dos luceros brillantes que puedan derrochar alegría a raudales.
Yo quiero ayudarte porque quiero ofrecerte algo que sé que puede tener el poder de transformar tu vida, esa vida tan llena de dolor, en una vida llena de dicha, pero comprendo que nada que pueda prometerte ya te hará cambiar de parecer...lo sé...
Cuando se está tan golpeado, no bastan las palabras, ni las frases, ni siquiera las promesas...
Hay un momento en que no se cree en nada...ya no queda ni la fe, que es lo último que dejamos en el camino...
Pero hay algo que puede...aunque te cueste creerlo... aunque lo escuches con duda y desconfianza...¡es lo que quiero darte!
Se llama ¡ternura!...
No tiene forma, no tienen figura ni color, no se ve..¡pero cuánto bien hace!
Eso es lo que te falta...tan vez siempre te faltó, pues hay veces que se llega a vivir una vida entera sin conocerla...y nos sentimos enfermos sin saber por qué...
¡Yo te la ofrezco!...¡No tengo otra cosa!...Está junto a mi mano amiga, la que al buscar la tuya, te estará diciendo ¡aquí estoy...vengo a ayudarte!
Los ojos generalmente son una ventana al alma.
ResponderEliminarQue bueno pensar que el ofrecimiento llega a destino!
Muy expresivas las dos entrdas.
Saludos
muy agradecido por su contestación, cuando alguien dice o escribe algo y aparecem una repuesta lo mejor que se puede resumir en pocas palabras es decir bueno ya somos dos
EliminarEduardo
(desde el perfil de mi hija)
Hola Eduardo!
ResponderEliminarLos ojos no mienten, dicen por ahí...
Uno puede disfrazar con palabras los momentos tristes o difíciles, pero no se puede ocultar lo que nuestros ojos dicen...
Muy bella y tierna carta...
Un abrazo!
RoB
Me alegro que te haya gustado. Gracias otra vez por la visita.
EliminarEduardo, desde el perfil de mi hija
Me ha encantado, papá de Neo :) Te enlazo, porque sinceramente, escribes muy pero que muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tus palabras. Un abrazo. Los enlazos unen!
EliminarEduardo, desde el perfil de mi hija
Hola Eduardo.
ResponderEliminarMe alegra llegar hasta aquí de la mano de Neo. Siempre me gustaron las cartas, asi que desde ya se que voy a disfrutar de este rincón que recien estrenas.
Cartas que abren puertas, puertas que son cruzadas.
Un abrazo.
Muchas gracias por tus palabras. En el futuro, de mi parte, deseo que no hayan ni puertas, ni lleves ni cerrojos.
EliminarSaludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Las cartas aunque parezcan algunas veces triviales, tienen muchas cosas que decir. En este caso, le sobra sensibilidad y ternura. En una palabra, preciosa.
ResponderEliminarSaludos Eduardo.
Gracias, antes que nada, por tu visita y comentario. Así, con sensibilidad y ternura, fueron escritas, y me alegro que haya llegado de esa manera.
EliminarDe mi parte, ya encontraron un nido donde descansar.
Saludos
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Las cartas siempre han sido y serán un mundo maravilloso de vivencias. Bienvenidas sean las cartas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tu bienvenida, espero sigamos compartiendo vivencias.
Eliminarsaludos
Eduardo, desde el perfil de mi hija
La tristeza es difícil de disimular, aunque uno sonría y haga como que no pasa nada, la expresión de los ojos es delatora, muy cierto.
ResponderEliminarLa mano amiga tratará de estar allí transmitiendo apoyo y ternura, es el mejor remedio sin dudas.
Hola Eduardo, veo que lo de el gusto por la escritura es de familia. Me quedé pensando, si mi viejo estuviera aquí y abriera un blog ... nunca se me había ocurrido, me hubiera encantado.
un abrazo
Gracias por tus cálidas palabras. Quien suscribe, es un simple viejo, "otro".
EliminarTu lugar está reservado ya, con todo gusto.
Saludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Siempre una ayuda es bienvenida, aunque el dolor no deje ver, pero cuando las lagrimas cesan, algo nuevo vuelve a brillar.
ResponderEliminarEs un texto tierno.
Abrazo.
Gracias por tus palabras, te deseo el mejor de los brillos, para que nunca las lágrimas te lleguen.
Eliminarsaludos
Eduardo, desde el perfil de mi hija
Comunicación por carta, íntima, cariño con letras y ternura, esos ojos que hablan ¿qué más puede pedirse? A mucho más no puede aspirarse.
ResponderEliminarTe saludo Eduardo, besito.
Es cierto, esos ojos ya dijeron todo cuanto había que decir.
EliminarMuchas gracias por tu visita, desde ya bienvenida.
Saludos.
Eduardo, desde el perfil de mi hija